martes, 19 de noviembre de 2013

Vivan las milicianas y corsarias.

Vivan las mujeres, que no viven del prójimo, Que luchan tras las barricadas del día a día con las únicas armas de su corazón y el intelecto. Vivan las milicianas, porque no fundamentan su corta existencia en vivir del cuento, ni esperan que la vida sea otro cuento, otro cuento de hadas en el que sólo se busca vivir de eso: del cuento, a cuenta de un principe encantador-explotador-principe-banquero-promotor-militardegraduación-ingeniero-empresario-ebanista que las saque de pobres... eso sí, sin remordimientos. Vivan las milicianas que luchan por el tercer mundo, por los oprimidos, por los débiles, por los animalillos abandonados, por los perros y los gatos, sin buscar ser el foco de las miradas ni de las cámaras. Vivan las milicianas, las mujeres que luchan, sin pisar a nadie, sin explotar a nadie, vivan las milicianas... las de la ropa práctica y de brillante mirada. Viva la mujer miliciana, escaladora, dueña de sus sueños... Abajo las infantas, vampiras a sueldo de las masas explotadas, devoradoras de VISA y de sueldos ajenos, engreidas, vanidosas, envidiosas, inconstantes, agitadoras de peluquería, malversadoras de sentimientos, buscarencillas, malvadas atrapadas en rubios cuerpos de Barbie plastificadas y frías.

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