Tras la agitada noche de recuento, de celebraciones y de
lamentos más o menos explícitos, llega la resaca electoral, una resaca que
puede durar años...
Veremos políticos que con el dolor de cabeza que les provoca
dejarán de abrazar niños y de pasear por los mercados, dejarán de tocar la
batería e incluso dejarán de mostrarse humildes y ahorrativos.
Algunos olvidaran sus promesas y otros con el paso de los
meses y quizás de algunos años se dejarán llevar por los cantos de sirenas que
provienen del dulce paraíso del poder.
Para todos ellos les recomiendo, aunque sea para la próxima
vez, no emborracharse de promesas, de discursos grandilocuentes ni de populismo
de estadio abarrotado por las masas.
Recuerden por lo que estamos en el estado en que estamos y
trabajen por los que no pueden trabajar y por todos aquellos, que son muchos,
que lo necesitan. Trabajen por esos niños que están en estado de pobreza en
España, sin necesidad de ir demasiado lejos, esfuércense por los abuelos que
cobran pensiones de miseria y por esos jóvenes sin rumbo y con un futuro
incierto y sin esperanza.
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