Hoy me encuentro más triste y cansado que de costumbre, y
por eso me permito hacer uso del blog, para expresar mis sensaciones, al igual
que siempre se ha hecho con los diarios personales, mi blog -también personal-
acogerá mis dudas y mis reflexiones.
Se acercan los días de la Marabunta Navideña, el mes del
bombardeo mediático a base de imágenes estereotípicas sobre el ideal de
familia, el ideal de hombre y de mujer y hasta el prototipo idóneo de
calzoncillos.
La calle a veces reproduce la idílica y falsa imagen que nos
ofrecen los múltiples canales, cada vez más parecidos entre sí, de una
televisión digital poliédrica: me deslumbran y aturden las luces artificiales u
polimórficas que con sus simbolismos extraños nos inundan malgastadoras, las
familias tradicionales paseando sus miserias bajo una capa de barniz navideño,
los comercios en crisis engalanados de nuevo y los niños sonrientes e
ilusionados... en espera de sus regalos... muchas veces inmerecidos.
En medio de esa aparente e idílica maqueta a tamaño real, me
siento ajeno, extraño y ausente. Y mi alma de lobo estepario pasea silenciosa y
fría entre humanos felices envueltos en una aura cálida y compartida. Y sigo
caminando y me siento como un extraterrestre camuflado, com un tuareg solitario
perdido en un inmenso y desconocido desierto de dunas humanas.
Una sensación de gélida soledad me invade y me inunda, mis
huesos cuarentones tiritan y se quejan, se quejan mis pulmones, mi corazón se
oscurece, pero mis pies siguen paseando acompañados de mis libros y de mi frío,
en el camino solitario hacia la biblioteca.
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